西班牙語專業八級口試真題及答案

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西班牙語專業八級口試真題及答案

  現代奧運會之父

顧拜旦(Coubertin)出生於巴黎的一個貴族家庭。父母希望他成為軍人,但他卻決定進入巴黎大學學習教育學。他堅信體育鍛鍊對塑造性格有重要作用,主張改革法國的教育制度,在學生中積極推廣競技遊戲。1891年,在訪問了古奧運會遺址的'一年之後,他提出創辦現代奧運會的想法,並希望以此增進各國運動員之間的友誼,促進人類和平。經過顧拜旦多年的努力,第一屆現代奧運會於1896年4月在希臘舉行。

到1937年逝世為止,顧拜旦為奧運會事業奮鬥了50餘年。可以說,在奧運會恢復初期,要是沒有他的不懈努力,這項當今世界最大的體育盛會有可能再次推出歷史的舞臺。更重要的是,雖然希臘人強調雅典應該是奧運會的永久主辦地,但顧拜旦堅持認為奧運會屬於全世界,應在不同國家舉辦。正是因為他的堅持,奧運會的影響才不斷擴大。

  El padre de los Juegos Olmpicos de l aera moderna

Coubertin naci en una familia aristcrata parisina. Sus padres deseaban que fuera militar, pero l decidi ir a estudiar pedagoga en la Universidad de Pars. Convencido de que los ejercicios deportivos jugaban un importante papel en la formacin de la personalidad humana, abogaba por reformar el sistema educativo de Francia, promoviendo activamente juegos competitivos entre los escolares. En 1891, un ao despus de su visita a los restos de la sede de las antiguas Olimpiadas, plante la idea de crear los Juegos Olmpicos modernos, esperando que stos fomentaron la amistad entre los deportistas de todo el mundo, as mismo contribuyen a la paz de la humanidad. Tras muchos aos de su esfuerzo, la primera Olimpiada moderna logr celebrarse en Grecia en abril de 1896.

Hasta su fallecimiento en 1937, Coubertin luch más de 50 aos por la empresa olmpica. Se puede decir que, sin sus esfuerzos persistentes a comienzos del renacimiento de los Juegos Olmpicos, este gran encuentro deportivo más importante del mundo de hoy se habra retirado de nuevo del escenario histrico. Lo más importante fue que, aunque los griegos reclamaban su sede perpetua para Atenas, Coubertin sostena que los Juegos Olmpicos pertenencan a todo el mundo y que deba celebrarse en distintos pas. Fue por su insistencia por la que los Juegos Olmpicos fueron extendiendo su influencia.

  Texto 3

  UN IDIOMA DIFERENTE

Elías Gábalo era un buen tipo. Trabajador, honesto, dadivoso. No tenía mayores ambiciones,pero aspiraba a una vida tranquila, con una buena mujer al lado, varios hijos, cierto bienestar,en fi n, nada del otro mundo. Y Elías Gábalo empezó por encontrar esa buena mujer con la que soñaba. Era una chica educada, habilidosa, discreta, honrada y, sobre todas las cosas, muy trabajadora. Le encantaba la cocina. Elías Gábalo era feliz. Había encontrado su alma gemela.

  Él adoraba comer. Y comer bien.

El primer año de casados todos sus regalos eran en función del arte culinario. Y el segundo, también. Y el tercero. Emilita –ese era su nombre– gobernaba en la cocina con todos los elementos que cualquier ama de casa pudiera soñar.Y allí estaba Emilita, siempre fi rme en la cocina entre zapallos, perejil, dientes de ajo, pimentones o nuez moscada. Nada la hacía más feliz que revolver el caldo o espesar la salsa. Y Elías Gábalo le festejaba todos y cada uno de sus riquísimos platos.–¿Qué comemos hoy?– era el saludo habitual de Elías Gábalo a su mujer. Y no porque no la quisiera. Al contrario, la adoraba. Pero le parecía que con esa pregunta todo estaba dicho:

“Buen día, mi amor, te quiero mucho, te extrañé tanto, ¿qué sorpresa me espera?”. Y Emilita así lo interpretaba también porque inmediatamente contestaba –como si fuera un disco– el nombre del plato que había preparado.

Al principio eran cosas fáciles, claro. Pero a medida que transcurría el tiempo y ella se perfeccionaba, los platos iban sofi sticándose más y más. Y el diálogo entre ellos también. Si bien su conversación siempre había girado alrededor de la comida, de los ingredientes, las salsas, hortalizas o hierbas aromáticas, algunas veces mechaban con algún comentario del barrio, de la familia, de la situación general del país. Pero poco a poco el tema de conversación se fue reduciendo, estrechando, limitando a una sola y única cosa: la gastronomía.

Se habían fabricado un diccionario tan insólito, que los vecinos cuando presenciaban un diálogo entre ellos –por casualidad– permanecían atónitos, perplejos. Los consideraban totalmente insanos. Alguno aventuró a anotar en una libretita los signifi cados de ciertas palabras. Había descubierto, por ejemplo, que “hacer picadillo” quería decir “hace frío”,y “cortar rodajitas”, “hace calor”, “carne mechada” era “buenos días” y “huevos rellenos”,“buenas noches”. Y así siguiendo.

El barrio entero estaba intrigado con los Gábalo. Una extraña fascinación los dominaba a todos. Por lo tanto, se dedicaron a espiarlos. Entonces se percataron de que Emilita, por fi n, merced a los ruegos de madre y suegra, había quedado embarazada. ¿Dejaría un poco la cocina ahora que estaba así? ¿Dejaría de comer tanto? Milagrosa y misteriosamente Emilita dejó de atender la cocina. Estaba embelesada con el bebé que pronto llegaría. Elías Gábalo, en cambio, no se conformaba. Quería comer. Y tenía que soportar, sin embargo, la visión de montones de pañales, mamaderas, baberos, pañoletas, colchitas, sonajeros, etc. Y cuando reclamaba su bocado, su sostén vital, la razón de su vida, Emilita le alcanzaba un biberón con leche por todo alimento. ¡Ah! no, Elías Gábalo no podía tolerar tamaña impertinencia. Tan luego a él. Él, que se había desvivido por comprarle todos los elementos culinarios imaginables. Él, que había agrandado la cocina hasta convertirla en la única habitación de la casa.

No, no y no. Esto no podía ser. Ya iba a ver Emilita. Y así fue cómo un día se levantó de la cama, salió de la cocina, se puso la “cacerola”, dijo “achicoria” y se fue. Y no volvió. A la hora señalada, Emilita tuvo su niño. Una criatura rozagante, rellenita, de tez rosada. Y el parto fue normal. Al principio Emilita estaba tan entretenida con su retoño, que no reparó en la falta de Elías Gábalo, pero en cuanto comenzaron a salirle dientes al niño (acto que vino acompañado de un hambre feroz y no había comida que le alcanzara), comenzó a sentir nostalgia de su media naranja.

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